Desajustando un par de tuercas en mi mente, intento
desbaratar los recuerdos que llenan mis ojos de melancolía.
Busqué incansablemente
infundirme el olvido para poder empezar sin ninguna esquirla del pasado impidiendo mi avance, pero todos mis intentos fueron infructuosos. Te encuentro en los lugares menos pensados,
te encuentro ya sin buscarte y sin darme cuenta
me siento a esperarte más de dos veces al día. Por fin comprendí que esta distancia, la de ahora, no es la misma que la de todos estos años, porque ahora la distancia va más allá de los km; la distancia, ésta que me asfixia, es la de todos esos caminos obstruidos, es
la destrucción de nuestros puentes de palabras, esta distancia es la que ha demolido todo a mi alrededor y me dejó sola en esta isla.
He llegado a comprender que necesitabas de esta distancia en tu vida para continuar andando, supongo que esos ojitos fríos te acompañan otra vez, esos misteriosos pasos han vuelto a ser el eco que escoltan el silencio de tu siempre bien acompañada soledad; supongo que no me lo dices para no matarme, pero quiero que sepas que tu silencio es el veneno más pernicioso y efectivo. Supongo que precisas de esta distancia para poder mirarla a la cara sin ver mis ojos…pero recuerda que el que tu soledad esté acompañado no te hace estar menos solo; yo también durante muchos años intenté encontrarte en otras personas hasta que logre comprender que mis intentos serían siempre en vano, porque tu ya existes en algún lugar y nunca podré hallar en otra voz la armonía de la tuya, nunca podré mirar a otros ojos y descubrir la dulzura del universo en ellos, nunca podré ser “yo” completamente, porque no soy “yo” sin un “tú”. Estoy seguro que la imagen que me llevo de vos es la más utópica de todas, pero yo aun creo en las utopias porque tú eres la mía.